En primer lugar es necesario aclarar dos conceptos que, si bien están estrechamente relacionados, con frecuencia se toman de manera errónea como sinónimos: el cambio climático y el calentamiento global. Existe una importante diferencia, y es que el calentamiento global es la causa del cambio climático, es decir, el aumento de la temperatura del planeta provocado por las emisiones a la atmósfera de gases de efecto invernadero derivadas de la actividad del ser humano, están provocando variaciones en el clima que de manera natural no se producirían.

La Tierra ya se ha calentado y enfriado en otras ocasiones de forma natural, pero lo cierto es, que estos ciclos siempre habían sido mucho más lentos, necesitando millones de años, mientras que ahora y como consecuencia de la actividad humana, estamos alcanzando niveles que en otras épocas trajeron consigo extinciones en apenas doscientos años.

Antes de profundizar en el detalle de sus causas y consecuencias, te vamos a contar por qué no te importa el cambio climático…

La principal causa del cambio climático es el calentamiento global y tiene múltiples consecuencias negativas en los sistemas físicos, biológicos y humanos, entre otros efectos.

 CAUSAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

Empecemos por el principio. El efecto invernadero es un proceso natural que permite a la Tierra mantener las condiciones necesarias para albergar vida: la atmósfera retiene parte del calor del Sol; sin el efecto invernadero, la temperatura media del planeta sería de 18ºC bajo cero.

La atmósfera está compuesta por diversos gases que, en la proporción adecuada, cumplen su cometido. El problema está cuando las actividades del ser humano aumentan la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera y ésta retiene más calor del necesario, provocando que la temperatura media del planeta aumente y se produzca lo que popularmente llamamos calentamiento global.

Los expertos coinciden en señalar la Revolución Industrial como el punto de inflexión en el que las emisiones de gases de efecto invernadero arrojadas a la atmósfera empezaron a dispararse. Hay que recordar que la Revolución industrial nació de otras muchas pequeñas revoluciones: la agrícola, la tecnológica, la demográfica, de medios de transporte, finanzas… que dieron lugar a un nuevo modelo de producción y consumo.

Desde ese momento, el crecimiento de la población (en 1750 había menos de 800 millones de habitantes en la Tierra, hoy somos más de 7.500 millones), un consumo de recursos cada vez más desmedido, el aumento en la demanda y producción de energía obtenidas mayoritariamente a través de combustibles fósiles… han provocado que el planeta haya entrado en lo que parte de la comunidad científica ha denominado el ANTROPOCENO: la nueva era geológica motivada por el impacto del ser humano en la Tierra.

 CAUSAS Y CONSECUENCIAS DEL CAMBIO CLIMÁTICO

 GASES DE EFECTO INVERNADERO

Dióxido de carbono (CO₂), Metano (CH4), Compuestos halogenados, Ozono troposférico, Óxido de nitrógeno. Provocados principalmente por la quema de combustibles fósiles para la generación de electricidad, el transporte, la calefacción, la industria y la edificación. También provocados por la ganadería, la agricultura (principalmente el cultivo del arroz), el tratamiento de aguas residuales y los vertederos entre otros.

 AUMENTO EXPONENCIAL DE LA POBLACIÓN

El número de habitantes del planeta crece exponencialmente. Hoy somos más de 7.700 millones de personas y continuaremos creciendo hasta 2050 al menos 2.000 millones más. Una población cada vez más numerosa necesita cada vez más recursos, lo que acelera el aumento de la emisión de gases de efecto invernadero en todos los procesos de producción.

 DESTRUCCIÓN DE ECOSISTEMAS TERRESTRES Y DEFORESTACIÓN

Los bosques y selvas tropicales desaparecen a velocidad vertiginosa. En los últimos 10 años, se han destruido nada menos que 13 millones de hectáreas. Los bosques son sumideros naturales de carbono que mediante la fotosíntesis absorben CO₂ y devuelven oxígeno a la atmósfera.

 DESTRUCCIÓN DE ECOSISTEMAS MARINOS

Los océanos también son sumideros de carbono, absorbiendo hasta el 50 % del CO₂ generado. Además de su destrucción, el problema es que cuando alcanzan su límite, el océano se acidifica y se producen muertes y enfermedades de la flora y fauna marina.

 ¿Cómo nos afecta el cambio climático?

Este aumento global de la temperatura trae consecuencias desastrosas que ponen en peligro la supervivencia de la flora y la fauna de la Tierra, incluido el ser humano. Entre los impactos del cambio climático destacan, el derretimiento de la masa de hielo en los polos, que a su vez provoca el aumento del nivel del mar, lo que produce inundaciones y amenaza los litorales costeros –incluso pequeños estados insulares están en riesgo de desaparición.

El cambio climático también aumenta la aparición de fenómenos meteorológicos más violentos, sequías, incendios, la muerte de especies animales y vegetales, los desbordamientos de ríos y lagos, la aparición de refugiados climáticosy la destrucción de los medios de subsistencia y de los recursos económicos, especialmente en países en desarrollo.

 CAMBIOS EN LOS ECOSISTEMAS Y DESERTIFICACIÓN

La variación de las condiciones de vida en los entornos naturales provoca muertes, enfermedades y migraciones masivas de especies.

 DERRETIMIENTO DE LOS POLOS Y SUBIDA DEL NIVEL DEL MAR

El calor provoca el derretimiento del hielo en los polos, lo que hace subir el nivel del mar y amenaza con sumergir bajo el agua litorales costeros y pequeños estados insulares.

 ACIDIFICACIÓN DE LOS OCÉANOS

La absorción de demasiada cantidad de CO₂ provoca la muerte y la enfermedad de peces, algas, corales y otros organismos submarinos.

 FENÓMENOS METEOROLÓGICOS EXTREMOS

Huracanes, ciclones, tifones, sequías, inundaciones, lluvias o nevadas incrementan su grado de violencia a causa del calentamiento global, provocando más muertes, damnificados, desplazados y daños materiales.

 EXTINCIÓN DE ESPECIES

El cambio en los ecosistemas y la desertificación provocan la muerte de entre 10.000 y 50.000 especies cada año.

 MIGRACIONES MASIVAS

La figura del refugiado climático, todavía no reconocida por Naciones Unidas, es una realidad que es estima pueda haber alcanzado los mil millones de personas en el año 2050.

España está situada en una región que presenta evidencias claras de impactos del cambio climático. En los últimos escenarios de cambio climático elaborados para España que se recogen el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático se pone de manifiesto que los impactos se van a incrementar, por lo que la caracterización y evaluación de los impactos es necesaria para poder abordar la adaptación al cambio climático en nuestro país. En España las evidencias de los impactos del cambio climático se pueden encontrar ya en prácticamente todos los sectores.

Los sectores o ámbitos considerados son aquellos para los que se dispone de documentación y son: los recursos hídricos, la desertificación y los suelos, los ecosistemas terrestres, la agricultura y ganadería, el medio marino, costas, medio urbano, salud, energía, infraestructuras y transporte y turismo. La adaptación, sin ninguna duda, es uno de los dos pilares fundamentales de la lucha contra el cambio climático en nuestro país. Dado que la adaptación requiere ser abordada desde los diferentes niveles de gobernanza, desde la escala global a la nacional, regional y local, es fundamental desarrollar marcos normativos coherentes a las diferentes escalas que enmarquen las obligaciones y directrices de la acción frente al cambio climático en matera de adaptación.

 Los cambios causados por las actividades del ser humano ya no se ponen en duda tanto en el clima medio, los extremos climáticos, y las evidencias indican que se verán amplificados o atenuados por la variabilidad intrínseca del sistema climático. Pero se confirma la tendencia general de aumento de la temperatura media global debido a la influencia humana (IPCC, 2021). A nivel global, se prevé un mayor calentamiento en todas las regiones. Habrá disminuciones de la extensión del permafrost, nieve, glaciares y mantos de hielo, lagos y hielo marino. Estos cambios serán mayores si el calentamiento medio alcanza los 2 °C que si solo se alcanzan los 1,5 °C. Aunque, incluso con un calentamiento global de 1,5 °C, se prevé que las precipitaciones intensas y las inundaciones asociadas se intensifiquen y sean más frecuentes en la mayoría de las regiones. Además, se prevén sequías más frecuentes y/o severas en algunas regiones de casi todos los continentes. Todos estos cambios serán mayores con calentamientos globales de 2 °C y superiores.

España está situada en una región que, según los recientes informes del IPCC, presenta evidencias claras de impactos del cambio climático, la región mediterránea (IPCC, 2014). En ella se prevé un aumento de las temperaturas extremas, disminución de precipitación y de la cobertura de nieve, y un incremento de la aridez y de incendios forestales. Y desde luego no se puede descartar un incremento de los fenómenos de baja frecuencia, pero alto impacto, que son relevantes en la evaluación de riesgos. En los últimos escenarios de cambio climático elaborados para España que se recogen en el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC) en el medio plazo (2021-2050), se pone de manifiesto que tanto la precipitación como la temperatura presentarán variaciones en sus tendencias, con una disminución de la media en todas las estaciones del año con reducciones que pueden alcanzar el 30 % en el caso de la primera y un incremento de hasta 3 °C en el caso de la segunda y de no menos de un grado con respecto al periodo 1971-2000 (Rodríguez y Gutiérrez, 2018). Por todo ello, la caracterización y evaluación de los impactos es necesaria para poder abordar la adaptación al cambio climático en nuestro país.

 EVIDENCIAS E IMPACTOS ESPERADOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN ESPAÑA

En nuestro país las evidencias de los impactos del cambio climático se pueden encontrar ya en prácticamente todos los sectores. A continuación, se presenta un resumen de los impactos en base a la revisión de la documentación científico-técnica existente (Sanz y Galán, 2021). La mayor parte de los estudios están recogidos en la plataforma Adaptecca1. Los sectores o ámbitos considerados son aquellos para los que se dispone de documentación y son: los recursos hídricos, la desertificación y los suelos, los ecosistemas terrestres, la agricultura y ganadería, el medio marino, costas, medio urbano, salud, energía, infraestructuras y transporte, y turismo.

 Recursos hídricos

Ya se ha observado una reducción del caudal de los principales ríos de la Península Ibérica durante la segunda mitad del siglo XX, con una tendencia a la baja de los caudales anuales más pronunciada en primavera e invierno, que se puede atribuir en parte a los cambios en el patrón de lluvias estacionales. En el futuro se espera un aumento generalizado en la intensidad y magnitud de las sequías meteorológicas e hidrológicas bajo escenarios de cambio climático, por el aumento de la evapotranspiración y reducción de las precipitaciones. Esto puede resultar en escorrentías y recargas subterráneas decrecientes, con una consecuente reducción de la aportación hídrica a los ríos. Todo ello, unido a cambios de régimen en la precipitación y el incremento del nivel del mar, puede producir alteraciones en los procesos del ciclo hidrológico en su fase subterránea (por ejemplo, salinización, concentración de contaminantes) y superficial (inundaciones por eventos extremos o deshielo rápido, etc.). Además, una mayor intermitencia de los flujos de agua o los cambios estacionales puede impactar muy negativamente en algunos hábitats acuáticos de agua dulce (humedales, manantiales, etc.) y las especies que en ellos habitan.

En general, incluso en los escenarios de bajas emisiones, se prevén considerables repercusiones en el ciclo hidrológico, cuya consecuencia será la disminución de la disponibilidad de agua y su calidad. Los recursos hídricos están íntimamente relacionados con todos los sectores económicos, especialmente aquellos que son más críticos para nuestra economía. El actual uso de los recursos hídricos, que está altamente regulado y con un uso muy intensivo en ciertas áreas, implica que puede ser más vulnerable al cambio climático, y ello debe tenerse en cuenta en el diseño de las respuestas adaptativas.

 Desertificación y suelos

Las proyecciones sobre el cambio climático en España apuntan, entre otras cosas, hacia una creciente aridez y un aumento de las temperaturas. Aun cuando no se produjeran incrementos cuantitativamente importantes de las pérdidas de suelo, el incremento previsto de la aridez apunta a un aumento del riesgo de desertificación en nuestro país.

En lo que respecta a los suelos, la disminución de la precipitación media o el aumento de fenómenos extremos (como sequías, inundaciones o incendios, entre otros) pueden provocar un incremento peligroso de la erosión sobre todo en aquellos suelos sujetos a alta intensidad de manejo.

En cuanto a la calidad y funcionalidad de los suelos, se espera una disminución de la materia orgánica en los suelos ya pobres en carbono orgánico, en particular en suelos mediterráneos. La actividad, composición y estructura de las comunidades bióticas pueden verse afectadas en general de forma negativa, modificándose de manera sustancial su capacidad de proveer los nutrientes y los servicios que permiten la recuperación de las comunidades vegetales que soportan. Así, los ciclos del nitrógeno y carbono pueden verse alterados, incluso en suelos ya muy adaptados (por ejemplo, aquellos con costras biológicas en clima semiárido).

 Ecosistemas terrestres

En las especies forestales se han observado ya cambios fenológicos, como el aumento o desplazamiento del periodo de permanencia de la hoja en especies de hoja perenne, y cambios en los periodos de floración y fructificación de muchas especies. Estas alteraciones pueden llevar a cambios de comportamiento en las especies migratorias (muchas aves migratorias ya están adelantado su llegada a la península), o en especies locales (determinados insectos están adelantando la emergencia de los adultos).

Algunas especies forestales se están viendo afectadas negativamente, con incrementos en la defoliación y aumento de las tasas de mortalidad, habiéndose relacionado algunos de estos incrementos de mortandad en pinares con el incremento de las sequías. Aunque también los fenómenos de decaimiento o mortandad están condicionados por la gestión de estos ecosistemas, que puede aumentar o disminuir su vulnerabilidad. Se han observado cambios de distribución de algunas especies, como la ascensión altitudinal del haya en el Montseny o el piorno serrano y el enebro en la Sierra de Guadarrama. Asimismo, se han visto alteradas las interacciones bióticas en muchos de nuestros ecosistemas, como por ejemplo: la distribución e intensidad de las plagas y enfermedades en las especies de coníferas (la procesionaria del pino, muérdagos, o las infecciones por hongos); y complejos fenómenos de decaimiento, en los que el cambio climático puede estar jugando un papel junto con otros factores (por ejemplo, el abandono de la gestión o la entrada de patógenos exóticos) como es el caso del decaimiento observado en los encinares peninsulares.

Es muy probable que la resiliencia de nuestros bosques pueda verse reducida en el futuro si se producen sequías recurrentes. Los ecosistemas de montaña y las poblaciones situadas en los límites meridionales de distribución y cotas altitudinales inferiores pueden presentar una alta vulnerabilidad, así como especies de reptiles y anfibios. Es decir, especies que viven en ecosistemas “islas”, donde no pueden migrar, o que viven en los márgenes de sus áreas de distribución, donde pequeños cambios climáticos pueden generar grandes impactos en la salud y capacidad de supervivencia de estas especies.

 Agricultura y ganadería

Los principales impactos del cambio climático en la agricultura y la ganadería son los cambios fenológicos asociados al desplazamiento de las estaciones, el aumento de las sequías, los daños por calor y por eventos extremos. También sufren impactos indirectos derivados de los efectos del cambio climático sobre otros sectores (suelos, recursos hídricos, etc.). Así, se espera un descenso en la producción tanto de cultivos herbáceos como leñosos, siendo mayor en los cultivos de secano. El efecto de la posible limitación de los recursos hídricos para los cultivos de regadío dependerá de los requerimientos de cada tipo de cultivo y de la disponibilidad de dichos recursos en cada región. Ya hay evidencias constatadas del cambio fenológico en algunas especies frutales de hueso y en los cítricos en España debido al avance de las temperaturas primaverales y la falta de días fríos. Asimismo, los viticultores han constatado un adelanto de la fecha de maduración de la uva. Estos cambios tienen efectos en la calidad de las cosechas o en la competitividad del cultivo de estación temprana. Otro impacto importante se relaciona con cambios en la distribución y comportamiento de plagas, patógenos y enfermedades zoonóticas, pues los cambios en el clima permiten la extensión de los hábitats de plagas y patógenos a otras localizaciones. Los cambios en la fauna auxiliar y los polinizadores también pueden ser muy relevantes, incluyendo impactos en el sector apícola.

En la ganadería intensiva se espera que los impactos más importantes sean indirectos; la extensiva y mixta se verán afectadas de manera directa por la limitación del acceso al agua y la exposición al estrés por el calor, sobre todo en pastos donde no hay suficiente arbolado para producir sombra. Por otro lado, el incremento de la “matorralización” de las últimas décadas en los pastos de montaña por encima de la línea de bosques, debido a la disminución de la carga ganadera, aumenta la vulnerabilidad de estos sistemas a los incendios, que se prevén más recurrentes debido a los efectos del cambio climático.

Todos estos cambios agravarán la vulnerabilidad de la agricultura y la ganadería españolas y exigirán medidas adaptativas. Por ello, es necesario el estudio de los impactos a nivel regional, por tipo de cultivo y especie ganadera, así como por sistema de explotación; además de la inclusión de indicadores o evidencias del cambio.

 Medio marino

En el medio marino, los impactos sobre la biodiversidad y los ecosistemas, así como en la pesca y acuicultura, son cada vez mejor conocidos y se deben fundamentalmente al aumento de temperatura, la acidificación y la pérdida de oxígeno. Así, se observan cambios en la distribución y abundancia de especies de flora y fauna marina, cambios fenológicos, establecimiento de especies invasoras y disminución del potencial pesquero y acuícola, principalmente. Estos cambios a nivel de especie influyen en la composición e interacciones dentro de las comunidades biológicas, y en la estructura, dinámica y funcionamiento de los ecosistemas, con implicaciones para los servicios ecosistémicos marinos, la pesca y la acuicultura. Estos impactos se han venido documentando para las regiones Mediterránea, Canaria y Atlántica peninsular, con cada vez más evidencia de especies que cambian sus rangos de distribución, abundancia, presencia y migraciones. Así, los ecosistemas marinos y las comunidades humanas que dependen de ellos serán más vulnerables al cambio climático cuando además estén expuestos a otras presiones e impactos, como la contaminación, la presión urbana o la sobrepesca. La magnitud acumulada de estas presiones, junto al cambio climático, está aumentando el riesgo de extinción de especies marinas a tasas sin precedentes.

 Costas

El cambio climático representa una amenaza importante para las costas en España, aunque se trata de uno de los sectores mejor estudiados y que cuenta con su propia estrategia de adaptación. Entre los factores de cambio más importantes se encuentran el ascenso del nivel del mar, los eventos extremos, como las mareas meteorológicas, los cambios en el oleaje y los cambios en la temperatura del agua, pero también diversos factores antropogénicos, como la ocupación de la costa, que aumentan la exposición ante los riesgos climáticos.

El cambio climático está agravando ya muchos de estos procesos y seguirá haciéndolo en el futuro. Como consecuencia de ello, y en ausencia de políticas de adaptación, se espera que aumenten las inundaciones costeras y la erosión, que afectarán tanto a los sistemas naturales como humanos, así como los daños materiales, ecológicos y económicos asociados.

 Medio urbano

Los retos de las ciudades frente al cambio climático son muchos y diversos. Los núcleos urbanos concentran población e infraestructuras críticas, a la par que conocimiento y bienes sociales y culturales. Además de ser vulnerables al cambio climático por estas razones, también las ciudades están altamente expuestas y son propensas a sufrir impactos por sus características intrínsecas o por su localización en el territorio.

En los planes urbanos de adaptación al cambio climático en España se identifican siete ejes de riesgo: aumento del nivel del mar, oleaje extremo, precipitación intensa, disminución de las precipitaciones, aumento de las temperaturas, olas de calor y vendavales. Actualmente, el grado de desarrollo y detalle de las evaluaciones de riesgo y vulnerabilidad en las ciudades es bajo. Es importante tener en cuenta que el cambio climático exacerbará muchos de los problemas actuales en las ciudades, ya que determinados grupos sociales se verán especialmente afectados debido a su menor capacidad de preparación, respuesta y recuperación ante los impactos. Esta información es fundamental a la hora de planificar la inversión en adaptación de forma eficiente y eficaz, teniendo en cuenta los riesgos climáticos más probables, pero sin olvidar la incertidumbre, en particular de aquellos eventos menos probables pero que más daños puedan generar. Por último, aunque los impactos son generalmente reconocidos por las consecuencias negativas sobre la gestión urbana, los ecosistemas y recursos, la planificación y las infraestructuras, las actividades económicas o la población, en muchos casos también se identifican impactos con efectos positivos. Esta dualidad, por tanto, debe tenerse en cuenta a la hora de evaluar los costes y beneficios de la adaptación urbana.

 Salud

El cambio climático en España representa una amenaza para la salud humana, con impactos directos e indirectos. Entre los primeros, son especialmente relevantes los riesgos asociados a las temperaturas excesivas y a las inundaciones, que se asocian con morbilidad y mortalidad por causas cardiovasculares y respiratorias, estrés térmico, agravamiento de enfermedades crónicas y lesiones. El cambio climático también afecta a la salud humana indirectamente por concurrencia con la contaminación medioambiental (por ejemplo, calidad del aire, etcétera).

Los impactos del cambio climático en los ecosistemas provocan cambios en la distribución geográfica y temporal de los agentes patógenos y sus vectores; cambios que además están facilitados por la globalización y aumento del transporte de personas y mercancías. Ello tiene un impacto en la salud humana. En España los riesgos emergentes incluyen enfermedades transmitidas por garrapatas, enfermedades transmitidas por mosquitos en regiones húmedas (destaca el mosquito tigre asiático, que transmite dengue, chikungunya y zika). Los patógenos transmitidos por los alimentos y el agua son sensibles al cambio climático, por ejemplo, por el crecimiento bacteriano mediado por la temperatura o mediante la contaminación del agua por inundaciones. Los riesgos de enfermedades transmitidas por agua o alimentos incluyen la transmisión de Cryptosporidium, Vibrio, salmonela y Campylobacter. Además, las cianobacterias hepatotóxicas en aguas de recreo y superficiales pueden constituir un riesgo adicional para la salud pública en futuros escenarios climáticos en España. Otros impactos, que pueden considerarse indirectos, se manifiestan a través de los efectos del cambio climático sobre aspectos sociales, como por ejemplo la seguridad alimentaria, la capacidad laboral, el impacto sobre el sistema sanitario y el desplazamiento de la población. Hay que tener en cuenta que todos estos impactos pueden llevar asociados además problemas de deterioro de la salud mental. Entre los factores que agravan la vulnerabilidad frente al impacto del cambio climático en la salud se incluyen la presencia de enfermedades previas, la exclusión y desconexión social, la pobreza, los estilos de vida poco saludables y otros factores socioeconómicos y demográficos.

Las áreas urbanas son particularmente sensibles por la densidad de población y alta densidad de grupos vulnerables. Existen factores de vulnerabilidad emergente, como la resistencia a antibióticos, los nuevos contaminantes en aguas y sus posibles interacciones con el cambio climático y la creciente incidencia de enfermedades generadas por el estilo de vida sedentario.

 Energía

La energía hidroeléctrica es la fuente de energía que puede verse más afectada por el cambio climático debido a la menor disponibilidad de agua. Asimismo, los eventos meteorológicos extremos pueden afectar a las infraestructuras energéticas, especialmente las situadas en las zonas costeras, y generar riesgos añadidos sobre el sistema. También existen otros riesgos relacionados con la modificación futura del potencial eólico y solar, aunque las proyecciones existentes tienen una elevada incertidumbre. Si bien el impacto más significativo del cambio climático en nuestro país vendría por el lado del nexo entre agua y energía, también existen otros riesgos relacionados con el nexo entre energía y uso de la tierra, que pueden ser más relevantes a medida que aumente el uso de la biomasa como fuente de energía en el futuro, cuyo potencial puede verse afectado por el cambio climático.

Finalmente, el futuro portafolio energético, con una mayor presencia de energías renovables, aumenta la resiliencia del sistema, al reducir los niveles de dependencia energética, y es una medida de adaptación, ya que se reducen los efectos negativos relacionados con el consumo intensivo de agua por parte de las centrales térmicas.

Sin embargo, las instalaciones que utilizan fuentes renovables también generan otros impactos indirectos, ya que competirán con otros usos del suelo.

 Transporte e infraestructuras

En cuanto a las infraestructuras y redes de transporte, se prevén impactos negativos en las redes troncales de transporte terrestre (red vial y ferroviaria), especial- mente debidos a los fenómenos climáticos extremos como las precipitaciones torrenciales; aunque también se pueden experimentar impactos positivos si disminuyen las nevadas y heladas. Se ha estimado que la magnitud del cambio de vulnerabilidad de la red estatal de transporte terrestre a 30 años a causa del cambio climático es, en promedio, inferior a la vulnerabilidad que ya tienen en la actualidad gran parte de sus secciones. Las redes portuarias y aeroportuarias también pueden verse afectadas de forma negativa, en especial por eventos extremos en las costas los primeros, y por cambios en el régimen de vientos los segundos, pudiendo aparecer también impactos positivos en este caso.

 Consideraciones relevantes para la evaluación de los riesgos en el futuro

La consideración y mejor comprensión de las interrelaciones entre los sectores será fundamental para el diseño de las medidas de adaptación óptimas para reducir el riesgo de forma eficiente en el futuro. Hay algunos aspectos importantes a tener en cuenta a la hora de considerar los riesgos, los factores intensificadores, los efectos en cascada y las incertidumbres asociadas a los riesgos. La existencia de varios condicionantes climáticos adversos al mismo tiempo es considerada en todos los casos como un factor intensificador de los impactos del cambio climático. Así, por ejemplo, la disminución de las precipitaciones es un factor que agrava el efecto del aumento de las temperaturas en múltiples impactos, como el empeoramiento de la calidad del aire, el debilitamiento de la vegetación y aumento de peligro de plagas, enfermedades o incendios, etc. La incertidumbre ante el riesgo climático es esencial a la hora de evaluar los impactos del cambio climático y se expresa normalmente como probabilidad asociada a diferentes escenarios de impactos, aunque la incertidumbre puede tener diferentes orígenes, aparte de la falta de datos o de precisión de los modelos, como la ambigüedad en el uso de los conceptos, y la propia complejidad de los sistemas, que nos dificulta conocer los efectos precisos de cada acción sobre el sistema, en este caso, los impactos.

Por último, es importante tener en cuenta que el cambio climático exacerbará muchos de los problemas actuales, ya que determinados grupos sociales se verán especialmente afectados debido a su menor capacidad de preparación, afrontamiento y recuperación ante los impactos. Esto incrementará las desigualdades actuales originadas por la pobreza, acceso a recursos y servicios y la calidad ambiental que afectan a grupos marginales y minorías normalmente concentradas en el espacio como es el caso de las ciudades más grandes. Hay por tanto que prestar atención a los impactos distributivos derivados de los planes de actuación (cuánto riesgo reduce y en qué horizonte temporal, qué costos tienen y a qué grupos benefician más). Es fundamental, por tanto, facilitar la participación a través de dinámicas iterativas para caracterizar los impactos y comunicar las evaluaciones de riesgos climáticos realizadas con las partes interesadas, de forma que se retroalimente el proceso y se prioricen resultados beneficiosos para los grupos más desfavorecidos y vulnerables.

8 evidencias científicas sobre el cambio climático

El aumento de la temperatura del planeta ya está empezando a producir efectos devastadores en el planeta. Si no se controla a tiempo, los problemas derivados del cambio climático a largo plazo serán irreversibles. Si todavía no sabes cómo nos afecta el cambio climático, te invitamos a que sigas leyendo sobre sus potenciales efectos en las décadas por venir.

El aumento de la temperatura del planeta ya está empezando a producir efectos devastadores. Si no se controla a tiempo, los problemas derivados del cambio climático a largo plazo serán irreversibles.

Según estudios recientes, los cambios que se producirían en la Tierra antes de 2100 pondrían en peligro la vida de miles de millones de personas en todo el mundo como consecuencia del aumento del nivel del mar, olas de calor letales para los seres humanos, fenómenos meteorológicos extremos, aumento de la pobreza. Si todavía no sabes cómo nos afecta el cambio climático, te invitamos a que sigas leyendo sobre sus potenciales efectos en las décadas por venir.

 1. Aumento de la temperatura media de la tierra: la principal consecuencia del cambio climático

Este efecto está directamente vinculado con la emisión de gases que contribuyen al efecto invernadero. La tendencia del calentamiento terrestre ha sido el doble en los últimos 50 años que en los 100 anteriores y de seguir así, se prevé que la temperatura media de la tierra pueda llegar a aumentar hasta 4°C en el año 2050.

Algunas de las consecuencias que implicaría estas subidas de las temperaturas, pueden ser problemas de salud en ancianos y niños, ya que son los más vulnerables en los días de calor, o la facilidad de reproducción de algunos insectos que provocaran enfermedades a las plantas y afectarán a los cultivos. Las altas temperaturas generarán también un aumento de la deshidratación, y por tanto, de la demanda de agua potable, pero a su vez, la capacidad de los embalses se verá mermada, causando un desabastecimiento.

 2. Aumento del nivel del mar y de su temperatura

El incremento de la temperatura global terrestre provocará la fusión del hielo glaciar, lo que generará el aumento en la cantidad de agua en mares y océanos. Según los científicos se espera que el nivel del mar pueda aumentar unos 20 metros de aquí al año 2100, lo que supone un peligro para todas aquellas ciudades que se encuentran situadas en la costa o terrenos por debajo del nivel del mar. Lugares como los Países Bajos, Calcuta, Bangladesh, Beijing, Shangai o el sur de Florida y la Bahía de San Francisco en EEUU, entre otros, se verán seriamente amenazados.

Según un informe del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), uno de los primeros ejemplos de las consecuencias podría producirse en el mar Caribe. Allí se prevé que el nivel del mar aumente unos 40 cm antes del año 2060. Este fenómeno provocaría que el agua salada del mar invadiera las aguas subterráneas utilizadas para el abastecimiento, lo que afectaría al acceso al agua potable.

 3. Aumento de la frecuencia y la intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos

Entre las formas en que nos afecta el cambio climático, esta supone una de las mayores amenazas. El incremento de temperatura del agua de los océanos conlleva un ascenso del nivel de evaporación del agua y del índice de nubosidad. Como consecuencia directa de este fenómeno, se aumenta la frecuencia e intensidad de las tormentas, tornados y huracanes. Tradicionalmente era un fenómeno propio del Caribe, pero la tropicalización de los mares ha logrado que se extiende a todo el mundo.

Fuertes olas de calor, inundaciones o sequías son algunos de los fenómenos cada vez más habituales en nuestro planeta. Se estima que en los últimos treinta años, su violencia y frecuencia se ha duplicado.

 4. Cambios en los ecosistemas

Otra de las principales consecuencias del cambio climático, es el cambio que se produce en los ecosistemas. Aumento de la desertificación, extensión de la región tropical hacia latitudes más altas o desplazamiento de las regiones boscosas hacia regiones que hoy forman parte de la tundra y la taiga. Por no mencionar los profundos cambios que sufrirán los ecosistemas costeros, probablemente los más afectados debido al aumento del nivel del mar, provocados por la inundación de sus costas.

 5. Peligro de extinción de numerosas especies vegetales y animales

Estos cambios desastrosos e irreversibles en los ecosistemas comprometen la integridad de numerosas especies vegetales y animales y constituyen una seria amenaza para su conservación.

El oso polar puede ser el primer gran afectado. Actualmente, se observa como su población disminuye a medida que aumenta su dificultad para aclimatarse a la pérdida de su hábitat en las regiones del Ártico. Otro de los ejemplos puede ser la población de corales, gravemente afectada por el incremento de la temperatura del mar. Según los expertos entre un 20 y un 30% de las especies animales y vegetales podrían verse en peligro de extinción por un incremento de entre 1,5 y 2,5 °C en la temperatura media global de la tierra.

 6. Sequía

La disminución del nivel de agua dulce intensificación de las sequías, consecuencia directa de la disminución de la evoporación.

La sequía contribuirá a la desertificación de los suelos, que perderán gran parte de sus nutrientes y verán empobrecida su composición. Este es otro de los problemas del cambio climático que tendrá consecuencias devastadoras en aquellos países que dependen de la agricultura y la ganadería.

 7. Efectos sobre la agricultura y el espacio forestal

El aumento de las temperaturas y la escasez de agua contribuirán a la dificultad de cultivo y reducirán su productividad. La consecuencia directa de este proceso será la escasez de alimentos y el aumento del hambre en el mundo. Asimismo, aumentará el número de incendios en zonas forestales, provocando la desaparición de los grandes sumideros de carbono. Este proceso intensificará aún el cambio climático en el planeta.

 8. Impactos sobre la salud humana

Las consecuencias del cambio climático pueden ser muy negativas para la salud de las personas, dependiendo del lugar donde estén y su capacidad de adaptación . Se producirá un incremento del número de personas con malnutrición, así como el número de personas fallecidas directa o indirectamente por fenómenos meteorológicos extremos.

9. Alimentos más caros

El cambio climático pone en peligro la producción de alimentos tan básicos como el trigo y esto significa que cientos de miles de personas cuya vida depende de sus cultivos están en riesgo de perderlo todo. Y no solo eso: si los cultivos escasean, los precios se disparan. Esto nos afecta a todos y todas, pero en los países menos desarrollados, con altísimos índices de pobreza, las consecuencias pueden ser devastadoras. Además, el calentamiento global que provoca esta falta de alimento en la vida cotidiana de las personas deriva en guerras y migraciones de pueblos enteros que deben buscar un destino diferente donde encontrar alimento.

10.Riesgo asimétrico en el Mediterráneo

Dentro del mapa de las zonas más vulnerables ante la crisis climática, la cuenca del Mediterráneo es una de las zonas cero: las sequías, la falta de agua dulce y la subida del nivel del mar se suman a un mayor aumento de la temperatura de sus aguas, generando un impacto que golpea a esta región de forma especialmente virulenta.

Según los expertos, hay consenso en que la sequía será un riesgo muy relevante en el Mediterráneo. Las predicciones del IPCC apuntan a un aumento considerable de las sequías: por cada grado que aumente la temperatura veremos reducidas las lluvias un 4 por ciento, por lo que se predicen unas reducciones de entre un 5 a un 20 por ciento según la nuestra capacidad de reducir emisiones.

En esta cuenca, el uso del agua en la agricultura es un punto clave para adaptarse a esta sequía y al calentamiento global. A su vez, deberán promoverse otras formas de agricultura que sean más eficientes y mantengan mejor la humedad del suelo, como es la agricultura regenerativa que mantiene un suelo más fértil y rico en materia orgánica.

SEQUIA EN ESPAÑA

La España de 2050 será mucho más cálida y seca, y habrá zonas de la Península que vivirán bajo estrés hídrico. La Península se enfrenta a un panorama incierto por el cambio climático, con proyecciones de menor agua disponible y aumento de las demandas.

El desierto avanza sobre la Península Ibérica

Esta región será una de las más afectadas de Europa por el aumento de periodos de sequías más intensas y un aumento de la temperatura significativo. Los modelos climáticos predicen desafíos y cambios extremos aún mayores que harán cada vez más difícil garantizar suficiente agua.
El 75% de nuestro territorio está en peligro de sufrir desertificación por una combinación de lluvias más irregulares, un aumento significativo de la temperatura y un maltrato a nuestros suelos y bosques. El cambio climático está afectando a los recursos hídricos y a los ecosistemas de la Península Ibérica y se prevé que haya un empeoramiento parar 2050,si no hay un cambio estratégico en la gestión del agua.
Ya estamos viendo y padeciendo las consecuencias del
cambio climático en España; las precipitaciones son cada vez más irregulares, los periodos de sequía más intensos y cada año batimos récords de temperaturas medias. Si seguimos haciendo un uso inadecuado del suelo y de los embalses, la Península Ibérica se parecerá cada vez más a un desierto.

Un futuro con menos agua

Diversos estudios científicos prevén una reducción de las precipitaciones, especialmente en las cuencas atlánticas, la cuenca del río Guadalquivir y el sur peninsular, unido a un aumento constante de temperaturas medias de hasta 2 grados más para el año 2040. Este escenario proyecta un futuro con menos agua que tendrá severos impactos, entre ellos para la economía agrícola de ambos países. Se espera que las sequías más intensas y el aumento de la temperatura, generen una mayor demanda de riego, poniendo en mayor peligro los ríos, los humedales y los acuíferos de la Península.
Por otro lado, el informe apunta a una reducción de la generación de energía hidroeléctrica, al tiempo que la subida de las temperaturas prevé un incremento de la demanda eléctrica durante los meses veraniegos. Pero, además, afectará a la ya crítica situación de la diversidad acuática: el 52% de las especies de agua dulce de la Península están clasificadas como en peligro crítico de extinción, en peligro de extinción o vulnerables, según los criterios de la UICN.
Pedimos un cambio en la gestión del agua-Ante ello, pedimos un cambio en el manejo del agua que fomente un uso racional del agua en los dos países, a través de una gestión compartida y coordinada de los ríos y acuíferos ibéricos, una política de precios que desincentive el malgasto y un enfoque preventivo de las inundaciones y sequías en el marco de los planes hidrológicos de cuenca.
En los próximos años tenemos que asumir este cambio en la política del agua y apostar por soluciones basadas en la naturalezapara proteger nuestros recursos hídricos y a la biodiversidad que albergan nuestros ríos ibéricos. Estos son fundamentales para afrontar los retos del cambio climático, garantizar nuestros recursos hídricos y alcanzar los objetivos de la Estrategia para la Biodiversidad 2030 de la Comisión Europea.

Este nuevo análisis estima que en 2050 tres cuartas partes de la población y el PIB de España podrían enfrentarse a un riesgo alto por la falta de agua si no se toman medidas.

El análisis advierte de que el 17% de la población europea corre un alto riesgo de escasez hídrica para el año 2050. España, junto con Grecia, serán uno de los países que tendrán el mayor riesgo de sufrir estrés hídrico. Sevilla, Granada, Córdoba y Murcia sufrirán el mayor riesgo de escasez de Europa.
Europa se queda sin agua y atraviesa su verano más crítico tras sufrir olas de calor y
sequías históricas que han dejado a los ríos a niveles mínimos.
Pedimos un cambio profundo hacia un nuevo modelo de gestión del agua en nuestro país, en el que
la demanda se ajuste a los recursos disponibles, y así garantizar agua para la naturaleza y las personas.
Europa será aún más propensa a las sequías y a la escasez de agua, y ofrece una imagen clara de las regiones con mayor riesgo, especialmente el sur del continente. En 2050 se espera que en Grecia el 82% de su población y su PIB podrían depender de zonas con riesgo alto o extremo por falta de agua. Por otro lado,
el 75% de la población y el PIB de España podrían enfrentarse a un riesgo alto, mientras que se prevé que las ciudades de Sevilla, Granada, Córdoba y Murcia sufran el mayor riesgo de escasez del continente en 2050.

Los gobiernos, administraciones, y empresas deberían sentir vergüenza al seguir haciendo la vista gorda ante estos riesgos recurrentes y basando cada vez más su planificación y economía en el uso mayor del agua, como si estos riesgos se fueran a resolver por sí solos pero que no lo harán por falta de medidas contundente.
A pesar de que un 75% del territorio nacional está en peligro de sufrir desertificación, España ha apostado en sus planes hidrológicos por un modelo de gestión del agua que prioriza el uso de este recurso para los cultivos de regadío intensivo e industrializados que consumen el 80 del agua.
Esta gestión hídrica ‘suicida’ y la sobreexplotación de los recursos han llevado de nuevo a que los embalses nacionales estén a mínimos históricos. Esto demuestra el fracaso de la modernización de regadíos llevada a cabo desde 2005, con la supuesta finalidad de ahorrar agua para las cuencas, y habiendo aumentado la superficie regada en un 11%.
Además, en aquellas zonas donde no existe agua disponible en ríos y embalses, se hace uso del agua subterránea, poniendo en peligro las reservas de agua del futuro, a pesar de que existen más de 80 acuíferos que actualmente se encuentran sobreexplotados.

A ello, se añade el robo del agua en España: se riega con agua extraída ilegalmente una superficie similar a 1,5 veces la ciudad de Madrid, más de 88.000 hectáreas, en cuatro de los acuíferos más importantes y sobreexplotados de España que afectan a valiosos espacios naturales: Daimiel, Doñana, Mar Menor y ríos alimentados por el acuífero de Los Arenales. Además, se estima que existen hasta casi un millón de pozos ilegales, haciendo que España sea el país con mayor sobreexplotación de agua de Europa.

Desde WWF, solicitamos a las Administraciones competentes (principalmente MITECO, pero también MAPA y las diferentes comunidades autónomas) que den un giro radical en la gestión del agua e impulsen un nuevo modelo que reduzca las demandas del regadío a los recursos realmente disponibles. También que apuesten por el ahorro a través de nuevas tecnologías para garantizar la seguridad hídrica de las personas y que haya suficiente agua para la naturaleza. Si no cambiamos las políticas del agua hoy, no se evitarán las sequías de mañana.
Los trasvases y los embalses no son la solución para la escasez. Necesitamos otro modelo de producción que deje de invertir en intensificar y realizar nuevos regadíos, que apoye los cultivos de secano, como una opción más sostenible, y persiga y erradique el robo del agua. Además, necesitamos invertir en soluciones basadas en la naturaleza para mejorar la salud de los ríos, humedales y acuíferos y hacerlos más resilientes a los efectos del cambio climático.
Cabe recordar que el 60% de los ríos, humedales y acuíferos de Europa están en mal estado, mientras en España más del 40% tampoco están en buenas condiciones. La política de agua del MITECO mostrada hasta ahora no se ha enfocado hacia la solución, a pesar de la obligación legal de la Directiva Marco comunitaria del Agua para los Estados miembros, que establece la protección y restauración de las masas de agua dulce para garantizar la obligación de que todas alcancen un buen estado para antes de 2027.